Categorías
Educación en casa Escuela

¿Cómo socializan los niños?

“El aprendizaje humano presupone una naturaleza social específica y un proceso mediante el cual los niños acceden a la vida intelectual de aquellos que les rodean”.

Lev Vygotsky

Los humanos somos “criaturas” de naturaleza sociable. Esto es, que buscamos la compañía de otros de nuestra misma especie. El progreso de civilizaciones y culturas no habría sido posible sin el desarrollo de las relaciones entre los miembros de las diferentes comunidades. Es por este motivo que en la educación y crianza, se debe tomar en consideración la socialización. Pero no cualquier socialización, sino que forma y construye a personas talentosas, creativas, reflexivas y, por supuesto, felices.

Por lo tanto, la socialización la vamos a entender como aquel proceso a través del cual, desde la infancia, aprendemos a relacionarnos con nuestro entorno. Es decir, comprendemos las normas sociales, costumbres, maneras de comunicarnos y significado de los elementos simbólicos de la comunidad. Asimilar de manera adecuada estos factores es de gran importancia, pues así nos adaptamos de modo culturalmente aceptable en nuestra comunidad. Además, el correcto aprendizaje de las costumbres de nuestro entorno también permitirá adquirir la habilidad de adaptarse de forma funcional a otros contextos sociales.

Es a partir de los dos años que los niños comienzan a integrar el juego simbólico como una manera de reconocer la realidad que les rodea. Con el desarrollo del lenguaje se empiezan a asimilar las normas y pautas de comportamiento de su entorno; logran esto imitando a los adultos de su entorno cercano.

Los niños se rodean de personas que les permitan aprender nuevas experiencias, y que a su vez compartan intereses y pasatiempos; pues de esta manera desarrollan nuevas habilidades y adquieren diversos aprendizajes que les permiten conocer el mundo. Por lo tanto, durante la primera infancia resulta natural

que disfruten rodeándose de compañeros con diferentes gustos e intereses, pero conforme crecen y comienzan a moldear su personalidad, su círculo cercano se va limitando a aquellos con quienes tienen intereses en común.

Además, entre los aspectos aprendidos en la infancia, uno de los más importantes es el código de valores que poseen de manera individual y comunitaria. Es muy común encontrar a pequeños que son excluidos del grupo al que pertenecen debido a que han roto alguna promesa o regla de conducta con sus compañeritos.

Rogoff (1991) explica que para los niños resulta beneficioso el participar de manera guiada en procesos sociales, ya que esto les ayuda a generar un puente entre relaciones familiares -o de amistades- y la información que se necesita para resolver un problema; es decir, la estructura básica problema-solución. También se reconocen las responsabilidades y deberes a cumplir en su entorno social. Entonces, ¿cómo podemos guiar ese proceso de socialización infantil?

  • Primero que todo, es importante recordar que los niños son “criaturas” curiosas por naturaleza. Desean conocer todo acerca de lo que les causa curiosidad; entonces, hay que ayudarles a satisfacer dicha curiosidad, explicando siempre qué límites se deben mantener. Esto puede ser, por ejemplo, “vamos a acercarnos al tanque para que veas más de cerca a los peces, pero no podemos meter la manita al agua ni arrojarles cosas, ¿de acuerdo?”.
  • Se deben establecer reglas de convivencia que sigan tanto en casa como en otros contextos, y que esto les ayude a compartir e interactuar de manera saludable con sus compañeros. Por ejemplo, “vamos a jugar este juego que elegiste tú, pero después será mi turno de escoger”.
  • Involucrar al pequeño en actividades de convivencia familiar (como preparar el desayuno juntos), animarle a integrarse en algún grupo o equipo -recordando no insistir si no muestra interés-. También se le puede acompañar para que interactúe con personas de diferentes edades; por ejemplo, ayudarle a que sea el mismo infante quien pida su dulce favorito en la tienda, y que sea quien agradezca por el servicio.
  • Es importante también recordar que se deben respetar los límites físicos, emocionales y psicológicos de nuestros niños. Es decir, no obligar a abrazar, saludar con un beso o convivir de manera afectuosa con personas que han estado ausentes en sus vidas; ya que esto puede provocarles sentimientos de incomodidad, inseguridad y desagrado ante la idea de convivir con otras personas.

La socialización es un acto natural en las personas, y se desarrolla en todos los espacios en los cuales nos desenvolvemos. Acompañar a nuestros pequeños en este proceso les permitirá explorar el mundo con mayor seguridad. Hay que recordarles de manera constante que estamos para apoyarles, para que sepan que siempre tendrán un sitio seguro al cual acercarse cuando tengan dudas y miedo.

Deja un comentario